
Mañana... pero hoy soy tan feliz de ser suya, de pertenecerle.
DIOS, QUE FELIZ SOY HOY...
¡¡¡¡ PERO QUE FELIZ !!!!!!
Por eso tenia gran interés en ver la versión de Amenabar. Salí del cine con la sensación de que no había terminado de convencerme. Además. es excesivamente larga para como está narrada la historia, pero estoy segura que la película ganará con el paso del tiempo.
Es una película para verla varias veces porque esta llena de simbolismos y lecturas -por ejemplo cuando Hipatía libera a su esclavo y el collar cae sobre su arma- la más evidente, y ejemplo extremo, hasta donde puede llegar la intransigencia hacia el credo y/o las ideas de los que no piensan como los que tienen el poder.
Parece ser que, por el Poder o por envídia, siempre ha sido así, desde la noche de los tiempos: los unos sobre los otros, los unos contra los otros, tomando el poder, en nombre de lo que sea, por la fuerza y destruyendo todo el saber y la cultura de los vencidos; o los que no tienen poder pero si el ansia de imponerse sobre los demás; o lo que es peor y más trágico, los que sufrieron abusos convertidos en auténticos verdugos y superando con creces lo que a ellos les hicieron.
No aprendemos. De nada sirve la Historia por mucho que se repita. Seguimos prefiriendo las piedras a la palabra. Siempre es lo mismo, piden respeto y tolerancia los que menos la dan.
Tolerancia tampoco es la palabra correcta, o quizá sí. Soy de las que cree, en estos tiempos de ridícula corrección política que obligan a tolerar para no salirse del rebaño, que se tolera lo que no se puede cambiar lo que no te queda más remedio que tragar y soportar. No es ni de lejos un sinónimo de aceptar y/o compartir.... más bien lo contrario, por muy correcto que sea y por mucho que nos lo quieran vender.
La destrucción de la Gran Biblioteca, en la película no me emocionó y mira que el hecho es para llorar, pero cada vez que lo pienso, que caigo en la cuenta de lo mucho que perdió la humanidad, de lo que jamás se podrá ni podremos recuperar... me lleva a pensar en lo mucho que seguimos perdiendo, en lo poco que valoramos lo que tenemos.
Ágora, ágora... que falta nos haces.