Deseo por San Juan

La noche mágica, la noche en que se cumplen los deseos… la noche de la lujuria y el deseo. Siento el ruido y calor de las hogueras, oigo los petardos y estallar los fuegos artificiales, siento la alegría de mis vecinos oigo la pachanga de la orquesta pero sólo tengo pensamientos para Él, Mi Dueño.


Tan lejos, tan cerca, tan cerca tan lejos, noto que está conmigo y me llega la confirmación en forma de inocentes mensajes. ¿Inocentes? No. No. Me encienden, me trastornan, me torturan, me invade el deseo. No es su intención y lo se, pero a cada frase que leo se suman varios grados. Estoy ardiendo, me muero por Él, mi piel y mi sexo le reclaman, aúllan por Él.


Tengo carta blanca y sólo una orden, - Disfruta- Estoy sola en casa y nadie va a venir. Me quema la ropa, me molesta el pelo y lo libero. Me desnudo y empiezo a danzar al ritmo del deseo. Petardos, tracas en la calle y tambores en mi cabeza. Ni juguetes ni manos, nada aplaca lo que siento, me balanceo al ritmo de la música, me desespero –Amo, Mi Amo, ven, ven… ven!!!

Agotada pero no satisfecha me tumbo en la cama, bocabajo me retuerzo sobre mi misma, abrazo la almohada… le noto, siento su presencia, sus manos que me rozan, que acarician lentamente todo mi cuerpo y de repente caen con fuerza sobre mi culo. Mi cabeza se levanta de golpe, noto el tirón del pelo, mis pezones retorcidos y a punto de ser arrancados y sus labios susurrándome, -¡Compórtate  como lo que eres! ¿Qué eres?- Callo, no puedo hablar, ¿qué soy? Soy suya. Soy feliz.

Mi sexo late, siento como como me gira e inmoviliza. –Mírame. ¿Qué e-res? ¿Voy a tener que recordártelo?- Le miro y caigo dentro de sus ojos. Niego con la cabeza. Soy suya, soy feliz, haría cualquier cosa por Él. Él sabe el poder que tiene sobre mí. Me libera, respiro hondo para acallar mi jadeo y noto como voy transformándome por momentos en lo que soy -Amo soy su esclava, su zorra, su perra, soy su puta- y me coloco a cuatro con las piernas muy separadas para que me use a su gusto y placer.

Pierdo la noción y el sentido del orden y del tiempo. 
Cuento y le agradezco cada correazo, siento las pinzas morder mis labios, la cera sobre mi piel, la fusta o su mano palmoteando mi sexo, los pezones con el peso de sus joyas y el tintineo de los cascabeles, su polla en mi boca, noto el dolor de siempre cuando me usa por detrás que precede a tanto placer... intento acallar los gritos golpeando sin piedad la almohada. El tirón al sacar las pizas me deja muda. El dolor es intenso pero dura poco. Sigue usándome, sólo se oyen los cascabeles y mi voz gritando – Soy tu puta, soy tu puta Amo-  Hasta que me doy cuenta y rectifico, -Perdón Mi Dueño, soy SU puta-  Él no dice nada, y yo tiemblo.

Habla. –A la pared, en posición de azotar- ¿Cinco, ocho, diez? No lo se, no los he contado. El primero ha sido fuerte, los demás ya no duelen. Caigo de rodillas. Siento espasmos y tengo ganas de llorar... ¿Habeis llorado alguna vez de pura felicidad? Me rodea con sus brazos y me lleva a la cama mientras me dice... lo que siempre me dice. 

Los espasmos han cedido, se me ha pasado el torozón y me doy cuenta de que estoy sola y abrazando la almohada, de que he mezclado sesiones y sobre todo de que ya falta menos para estar a sus pies.
¡¡¡ Que noche de San Juan!!! sasup, Mi Dueño.