Releo y releo la carta que me escribió, ahora sé que de despedida. Me la sé de memoria.
Debo estar en fase protestona, pero lo que me pareció maravillosa ahora me parece que no procede. Me rindo a la evidencia que se lee entre líneas: no fui nada para él. Que se lo pasó muy bien, que nos quedemos con los buenos recuerdos... y que ya me llamará para hablar de lo humano y lo divino. Llamada que no se ha producido, ni se producirá.
Ahora no quiero que me llame, no me apetece nada hablar con él.
Me siento como una estúpida, le entregué TODO, intenté superar mis límites por él y ahora me siento fatal. ¿Mereció la pena? ¿Lo bueno si breve, dos veces bueno? Pues no lo se, pero a cambio... SOY LIBRE!!!!
Cerré el círculo, para sentirme libre de verdad, con una nota que lo resume todo:
Hola (su nombre, sin añadidos, ya no es mi amo)
Yo también me quedo con los buenos recuerdos, las sensaciones (reales o ficticias en mi caso) lo aprendido de BDSM, de las relaciones y de la vida.
Buena suerte y hasta siempre.
Mi nombre, sin llaves que contengan su nombre.
Él lo quiso así y ahora sé, dolor aparte, que es lo mejor para los dos.
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Hace 2 años
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