- UNIDOS -
Ella escuchó como entraba la llave en la cerradura y se colocó en la posición que creía más adecuada, las rodillas con los codos apoyados sobre la alfombra y su cuerpo desnudo e inmóvil. Con la cabeza agachada sentía como la llave giraba y la puerta se abría, al tiempo que el pulso se le aceleraba, el corazón le latía rápido y por su cabeza pasaban mil cosas.
Él entró despacio sabiendo que ella estaba dentro, la miró, no le dijo nada y la dejó en esa posición mientras tranquilamente dejaba la chaqueta en el perchero. Después se acercó haciendo sonar sus pasos para que ella notase que la observaba y dió dos vueltas a su alrededor.
Cada vez se le aceleraba más el pulso y cuando la acarició los nervios estallaron en un extraño espasmo que la hizo saltar. Él se agachó delante de ella, le levantó la cabeza suavemente, la besó y le susurró al oído, - Tranquila-. Ella sabe a ciencia cierta que hay que temer mucho más a los susurros del Amo que a que levante la voz y pensó aquello de confíate en Dios y no corras...
Delante de la esclava había un paquete, parecía un envío de correo, a nombre de la esclava y el Amo le preguntó por él. -Es para usted, Mi Amo-. Él cogió el paquete y lo abrió, dentro encontró unas muñequeras y unas tobilleras, que usaría para poder inmovilizar a la esclava más rápido.
El Amo la miró y le dio un beso de agradecimiento. La puso de pie y le colocó las tobilleras y las muñequeras. Le dio dos vueltas contemplándola, siempre había pensado que una esclava con ellas puestas es muy excitante. Le mandó que pusiera las manos en la nuca y le enganchó las muñequeras al collar, la acarició suavemente y la acarició con la fusta, su piel se sonrojó. EL Amo le desató las manos, la puso de rodillas y ató las muñequeras a las tobilleras, dejándola de rodillas, inmovilizada y con la cabeza a la altura de la polla de su Amo.
Le ordenó que abriera la boca y entró en ella. El Amo se retorcía de placer mientras ella movía el cuello. - Sigue y que no salga de tu boca- le dijo mientras intentaba mantener el equilibrio. Ella paró de chupar para decir, -Sí, Mi Amo- El Amo le respondió, -Te he dicho que no pares ¡sigue!!!- ella obedeció, siguió.Cuando el Amo ya estaba a punto de correrse, de golpe, le sacó la polla de la boca. Había sido genial.
Se sentó en la cama mirándola, le acarició suavemente la cabeza y le quitó las muñequeras. Su cuerpo ya estaba totalmente desnudo, lo adornó con dos pinzas en los pezones y siguió mirándola sin hablar. Le ordenó que se vistiera y ella lo hizo delante de él, mientras la miraba. Cuando ya estaba vestida la azotó con las manos y dándole varias vueltas siguió azotándola, parándose a besarla cuando pasaba por delante de su cara.
La cogió por la mano y la sacó a la calle, fueron a tomar un café y mientras hablaban él la miraba con dulzura y pensaba en lo bueno del invierno que permitía que con tanta ropa no se notasen las pinzas de sus pezones, aunque estaba seguro que ella si las notaba...
Llegó la hora de irse. El Amo le puso una muñequera, él se puso otra y las enlazó. Con ellas puestas salieron a la calle a pasar frío... Ninguno de los dos podía meterse las manos en los bolsillos.
MrQ
Estoy azogada, no me gustan los cambios, no me gustan ni aunque sean para ir a mejor. Los temo, me dan miedo. No queda más remedio y los tengo que aceptar, pero no me gustan. Sé que son necesarios y en este caso, ley de vida... pero si pudiera, si pudiera cambiarlo todo, lo haria.
